No por esperado el triunfo del Partido Popular (PP) sorprendió por lograr la mayoría absoluta frenando el ascenso de Vox que esperaba obligar a su incorporación en el gobierno autonómico. El PP arrasó hasta en los feudos tradicionales del PSOE. La izquierda viene perdiendo votos en Andalucía desde antes del 2018 cuando la suma de los del PSOE más los de Unidas Podemos no lograron conservar el gobierno. El resultado de las elecciones ha retratado el agotamiento del gobierno “de progreso” del PSOE-UP, su caída en barrena en cuanto a credibilidad provocando una severa profundización de la crisis que ya se expresaba por hechos como las disidencias entre sus aliados en el gobierno y dentro del PSOE y de Unidas Podemos.
El gobierno del PSOE-UP se ganó a pulso el resultado electoral pagando así todas las promesas incumplidas a lo que se suma la nueva situación con la guerra de Ucrania en la que el gobierno de progreso rápidamente se puso del lado del imperialismo norteamericano y de la UE, mandando equipo y tropa, aumentando el presupuesto militar, reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el territorio saharaui, descargando el costo de la crisis económica sobre las espaldas de los trabajadores con inflación en una escalada de precios sin antecedentes.
El resultado electoral no sólo ha puesto en cuestión la figura de Pedro Sánchez sino la del gobierno en su conjunto. Hay que recordar que en el último congreso del PSOE hubo una intensa lucha entre Susana Díaz, ex presidenta de la Junta, y el candidato de Pedro Sánchez, Juan Espadas, que finalmente se impuso. Espadas es un desconocido para la inmensa mayoría de los andaluces y tuvo un papel mediocre en los en los debates televisivos y en los actos de campaña prometiendo lo mismo que no cumplen en el gobierno central.
Unidas Podemos esta vez se presentó dividida, después de que los “anticapitalistas” salieran de Podemos quedando de un lado “Por Andalucía” (Izquierda Unida, Podemos, Más País, Verdes Equo y otros) y “Adelante Andalucía” de los “anticapitalistas”. La izquierda de “Por Andalucía” trató de polarizar la campaña diciendo como siempre que ellos son el freno a la derecha, aunque luego aplican de forma encubierta políticas de derecha. Esto hizo que algunos prefirieran el original y no la copia y votaran directamente al PP. “Por Andalucía”, sufrió además las consecuencias del bochornoso espectáculo de la pelea por cargos y dinero entre Podemos e Izquierda Unida para formar las listas, con un Podemos prácticamente disuelto y tratando de excluir de la campaña a sus ex aliados de anticapitalistas de Adelante Andalucía de forma antidemocrática. Ante estos candidatos a Juan Moreno Bonilla del PP le alcanzó con ponerse de lado para ganar, si al final el gobierno no lo hacía mejor que él.
Otros optaron por el voto de castigo a una alianza de gobierno que hace lo contrario de lo que promete. Algunos entendieron que el voto útil contra Vox era darle la mayoría al PP, que sumó también los votos de Ciudadanos que va desapareciendo del mapa político. La falsa opción entre izquierda y derecha usada hasta ahora ya no funciona para los trabajadores que reciben los golpes de las dos manos. Hay que recordar la represión a la gran huelga del metal por parte del gobierno de izquierda que mandó las tanquetas a Cádiz desatando una feroz represión. Ya es difícil diferenciar un gobierno del PP y uno del PSOE-UP.
Aunque la participación subió dos puntos respecto a las elecciones anteriores hubo una fuerte abstención, de un 40%, que reflejó la apatía que se vio en la campaña. Los candidatos desconocidos y anodinos de la izquierda, salvo el caso de Adelante Andalucía con Teresa Rodríguez que tenía un recorrido, no fueron un error. Inma Nieto es una perfecta desconocida sin carisma mientras el candidato de Podemos, Juan Antonio Delgado, es un guardia civil que de por si no merece comentarios.
No buscaron referentes en los movimientos de luchas, prefirieron lo contrario, evitar que se los identifique con las luchas, con los reclamos de los trabajadores, pensionistas, parados, o desahuciados. En los programas, los actos y los debates televisivos, no se tocaron los temas que realmente interesan a los que están sufriendo la crisis y a la población en general: la guerra, la crisis económica, la carestía, la sanidad, las pensiones, la educación, fueron dejados de lado y cuando se mencionaban era para echarse en cara quien lo había hecho peor. Nadie propuso una salida. La gente escuchó lo mismo de siempre en una de las peores crisis en 40 años y en medio de una guerra mundial, los discursos, los programas aparecían como atemporales repitiendo las viejas canciones como si no pasara nada.
Teresa Rodríguez de Adelante Andalucía (anticapitalistas) tampoco logró despegarse de su pasado como parte de Podemos, basó su campaña en la defensa del “andalucismo” contra el centralismo es decir la defensa del nacionalismo andaluz, de la burguesía andaluza contra Madrid, es decir no fue un programa de la clase obrera ni de los oprimidos y sus luchas, tampoco quiso diferenciarse en forma tajante de sus antiguos aliados ni descartó futuras alianzas con ellos.
Ni los anticapitalistas de Adelante Andalucía ni las formaciones menores que se presentaron a su izquierda aprovecharon las elecciones para presentarse como una alternativa de reagrupamiento del activismo sindical con varios conflictos presentes, de los pensionistas, la juventud, los desahuciados, contra la guerra, contra la OTAN. Es decir llamando a formar un frente de trabajadores contra el ataque pro patronal y pro imperialista por parte del gobierno.
Un balance dentro del activismo debería abordar en primer lugar esta tarea, debatiendo el programa de una salida obrera a la crisis. La izquierda institucional, como lo ha hecho antes, lejos de asumir responsabilidades achaca los resultados a los votantes, a obreros que votan por la derecha, a la izquierda que no sabe unirse, o a las críticas dentro de la izquierda.
Siguen siendo un obstáculo para que la clase obrera se organice en forma independiente de la burguesía y las burocracias. El resultado electoral más que la habilidad o buen hacer de la derecha ha reflejado la desconfianza, el descontento de los que sufren la crisis y que esperaban al menos que un gobierno de izquierda no aplicara los mismos planes que la derecha, aunque mintiendo sobre su contenido.
Esta izquierda ya ha demostrado hasta el cansancio que no va a cambiar. Por el contrario seguirá girando hacia la derecha y para muestra un botón: la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz que apadrinó “Por Andalucía” y fue designada heredera por Pablo Iglesias, sigue sus pasos: de no ir a la cumbre de la OTAN ahora al parecer ha resuelto ir, contrariando la posición de Unidas Podemos. La nueva formación (SUMA) que está impulsando ha comenzado con mal pie.
La fiesta del PP ante los buenos resultados no durará mucho ya que el escenario no ha cambiado. Una pavorosa crisis ante la cual seguirán con sus planes de recortes, privatizaciones, y rescate del capital que provocará y profundizará la resistencia de los trabajadores hayan o no votado, sin que importe mucho a quién. Tampoco los buenos resultados podrán evitar la crisis interna del PP que ha sido un episodio dentro del derrumbe de un régimen agotado que arrastra a sus dos partidos pilares.